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«Paz, libertad y esperanza»: por qu las ideas que dieron forma a la UE no bastan para el mundo en armas del siglo XXI | elmundo.es

"Paz, libertad y esperanza": por qu las ideas que dieron forma a la UE no bastan para el mundo en armas del siglo XXI

Cuando a la presidenta del Parlamento Europeo le han preguntado este viernes en Madrid qu significaba para ella la Unin Europa ha respondido con mucha claridad, casi de forma automtica: «Paz, libertad y esperanza». Son tres conceptos muy potentes, virtudes teologales comunitarias que estn en el corazn del mensaje europesta y en la filosofa que inspira los Tratados. Pero son sobre todo las ideas que mejor resumen aspiraciones y motivaciones de las tres grandes generaciones que han dado forma a la Unin hasta ahora: la de 1945, la de 1968 y la de 1989.

De forma simplificada, es lo que autores como Timothy Garton Ash o Ivan Krastev han explicado muy bien. Para los que combatieron y sufrieron la Segunda Guerra Mundial y sus consecuencias, la CECA, el Tratado de Roma, los primeros pasos eran sobre todo la desesperada bsqueda de paz y reconciliacin. Cualquier acercamiento que lograra esa meta justificaba cualquier coste poltico, econmico o diplomtico. Para los que protagonizaron las revoluciones del 68, bien fsicas y polticas bajo el comunismo, bien de forma cultural en el capitalismo, se trataba de pura libertad. Europa como sueo, tambin como destino. Para ellos, y los del 89, los del derribo del Muro, la cada de la URSS y la dura va que llev a las grandes ampliaciones de este siglo, la Unin Europea era, siempre fue, esperanza. Como para espaoles, portugueses o griegos bajo sus dictaduras.

Es difcil imaginar ideales ms puros, objetivos ms picos. Pero como ha recordado Metsola, esas palabras, paz, libertad y esperanza, que durante tanto tiempo dimos por hechas, ha quedado claro que ni son para siempre ni se pueden conservar sin esfuerzo y sacrificio. «Hay movimientos que buscan destruir ms que construir y los ciudadanos pueden votar pensando en proyectos o en miedo», ha sintetizado. Si esos mensajes valieron en el pasado, ya no bastan.

Europa est ahora mismo marcada por «desafos existenciales», como ha dicho la maltesa. Algunos son exteriores, como la amenaza rusa, que un da pasa por invadir pases vecinos y otro por las referencias nucleares. Pero tambin por otros internos, como la revuelta del campo y las dudas sobre la transicin verde; la gestin poltica de la migracin; los problemas crecientes con el Estado de Derecho en nmeros estados miembros, incluyendo el nuestro; y el auge de fuerzas escpticas, eurfobas, radicales, nacionalistas, reaccionarias que pueden tener fuerza suficiente para bloquear el proceso legislativo, para retrasarlo o casi sin ninguna duda para influenciarlo mucho ms que ahora. No slo a travs de la Eurocmara, sino con ms figuras en el Consejo Europeo, desde Viktor Orban a Robert Fico pasando por Geert Wilders si logra formar Gobierno.

Las prximas elecciones de junio se van a leer en clave poltica, pensando en si hay minoras paralizantes o si las coaliciones y alianzas que durante dcadas han permitido ir sacando adelante los dosieres son suficientes. Pero la lectura debera ir mucho ms all. Europa est hablando de guerra en su territorio, de posibles choques con Mosc, de la necesidad de disparar la produccin de armas y municin. De darle a Kiev todo lo que necesite y ms para que no sea destruida. Pero est demostrado que ni eso es suficiente para inspirar a quienes afortunadamente jams han vivido la amenaza fsica de los jinetes de la destruccin. Europa ha proscrito durante 80 aos la guerra, pero en parte ha muerto de xito.

La UE habla tambin mucho de libertad ahora mismo, «la de vivir como queramos, de buscar nuestra propia felicidad y de votar a quien queramos. Ser iguales ante la ley, leer periodismo independiente, decir lo que queremos, discrepar, reunirnos, disentir sin consecuencias» ante ataques reales y crecientes al Estado de Derecho, derivas autoritarias, amenazas cada vez ms fuertes a la separacin de poderes, un frente iliberal que se consolida. La democracia ya no es ni la aspiracin para millones de personas, ni el mejor mtodo para otros tantos millones, y resistir esa presin en la era de los Trump, los Duterte, los Bukele o los Orban exige muchsimo ms esfuerzo. Es imprescindible entenderlo, asimilarlo y, como afirma Metsola, no sentarse a esperar a que el mundo vuelva a ser como antes. No va a pasar.

En su intervencin en el Foro Internacional de EL MUNDO Europa, el momento decisivo, organizado por este diario, Metsola ha puesto el dedo en la llaga mencionando a los jvenes, que «son ms escpticos que nunca, se sienten ms solos. No podemos permitir que esa generacin retroceda a extremos populistas». El mircoles, en su alocucin ante la Eurocmara, Yulia Navalaya inst a la UE a «no ser aburrida» y he aqu la amarga irona. Lo que ha permitido la construccin de Europa desde 1957 ha sido, en cierto modo, ese aburrimiento, el trabajo tcnico, minucioso, deliberativo. Los consensos frustrantes, lentos, desesperantes. Los comits, las reuniones de embajadores, la falta de luz y taqugrafos. Eso ya no funciona, pero no tenemos algo mucho mejor.

La UE, como la filosofa de Isaiah Berlin, implica «hablar, escuchar, negociar, ceder, pactar, perder, ganar». El filsofo britnico de origen bltico, que huyo de la Revolucin de 1917 saba, como los polticos y funcionarios o diplomticos de hoy saben, que esa no es «una bandera bajo la cual jvenes idealistas y entusiastas quieran desfilar; parece demasiado mansa, demasiado razonable, demasiado burguesa, no activa las emociones». Y ese es el dilema de cara a junio. No se puede ser una potencial mundial sin podero militar. No se puede ser una potencia de valores y principios si tus miembros no respetan la ley. No se puede ser una potencia, en general, si tus ciudadanos no activan sus emociones. No se puede ser una potencia sin empeo, liderazgo y sacrificio.

Fuente de TenemosNoticias.com: www.elmundo.es

Publicado el: 2024-03-01 14:53:18
En la sección: Internacional // elmundo

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