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Nutricionista Yngrid Candela: No se les está prestando atención a los niños que se encuentran en riesgo nutricional

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«Un 25% de los niños que evaluamos pueden tener riesgo de desnutrición, pero como no son calificados como niños que requieren de atención inmediata, se dejan de atender», subraya la investigadora del Cendes y consultora de proyectos en seguridad alimentaria y nutrición

No son «delgados»; es que se encuentran a pocos pasos de una crisis personal que es una crisis familiar y social. Yngrid Candela, nutricionista e investigadora del Centro de Estudios del Desarrollo de la UCV (Cendes), explica que hay indicadores que muestran una leve recuperación en algunas áreas, pero persisten los problemas estructurales. «Desde el punto de vista de acceso hay disponibilidad de alimentos en el mercado, a un alto costo, con alta presencia de alimentos importados que compiten con la producción nacional; afectaron, de hecho, la distribución de alimentos que ya estaban acá», señala Candela en conversación con contrapunto.com en el contexto del foro realizado en la Escuela de Trabajo Social de la UCV el pasado 21 de abril.

«Por otro lado, si vamos al hogar y vemos el poder adquisitivo del hogar veremos que, comparando con la canasta» del Cendas-FVM, «ese poder adquisitivo está hasta por debajo de 1%», refiere Candela, consultora de proyectos en seguridad alimentaria y nutrición. «Si las personas no tienen acceso a cantidad, mucho menos a diversidad; sobre todo en alimentos que son vitales para el crecimiento de los niños y su desarrollo intelectual, y para la salud de la población adulta. Hablo de proteínas, hablo de grasas, frutas y vegetales, específicamente».

-El alimento está…

-Pero la familia no lo puede adquirir.

-¿Qué se adquiere con lo poco que hay?

-Generalmente una dieta muy alta en carbohidratos y grasas y azúcares. Son alimentos para saciar hambre, más que para estar bien nutrido.

Inciden factores como la dignidad, el bienestar psicológico, el no poder comer lo que se comía antes. «Así como Venezuela tiene muchos matices y muchos puntos de vista, desde el ámbito nutricional también ocurre lo mismo. En el casco de Caracas la gente no tiene mucho acceso al mercado de alimentos desde el punto de vista económico, pero a escala rural no está el acceso económico ni el acceso físico, porque está la crisis de combustible, deficiencia de vehículos para acercarse a los centros poblados. En las mismas comunidades en las que estoy ya no hay bodegas. Sigo trabajando en municipios de Trujillo y hay diferentes realidades. Los hogares del casco tienen acceso a algunos alimentos, aunque no en calidad ni en cantidad. Pero la zona rural, que no tiene acceso al casco, tampoco está produciendo lo suficiente; hubo una época en la que podían producir sus alimentos, pero en este momento no tienen insumos.

-La idea de que, por estar en medio rural hay acceso a los alimentos, ¿no es real?

-No. Esa población venía asumiendo ciertos hábitos de consumo. Ya no era una alimentación de autoprotección, sino alimentos procesados. Y lo otro es que priorizan, también, la venta o el canje de alimentos. Ves que, en la misma comunidad, intercambian los alimentos que producen. O, si producen maíz y granos, los cambian por proteínas, queso, lo que esté disponible; o huevos.

-¿La proteína más económica que se consume es el huevo?

-No es la más económica, pero sí es la más versátil y rendidora. Por eso la población la compra. Puedes tomar dos huevos y combinarlos con muchos alimentos, muchas preparaciones. Es muy rendidor. Muy nutritivo. Pero nunca la familia consume la cantidad de proteínas que necesita a través del huevo. La carne no es tan rendidora como el huevo. Y en la cultura venezolana se consume huevo de diferentes maneras.

-¿Podemos hablar de desnutrición? ¿Malnutrición?

-Es poca la data con la que contamos, y es muy diversa. Tenemos indicadores universales, como desnutrición aguda (bajo peso para la talla) en menores de cinco años, desnutrición crónica (baja talla para la edad), que siempre hemos manejado para evaluar la situación nutricional de un país. Pero han surgido otros indicadores, producto de nuevos fenómenos que han surgido y que no se habían manejado. Sobre desnutrición aguda no tenemos mucha información, salvo la que dio el presidente: hablan de 5% o 6%, y esa cifra es más o menos la que estamos consiguiendo. HUM reporta alrededor de 9%, Cáritas reporta entre 10% y 11%. En Trujillo estoy registrando menos de 5%. En zonas rurales aisladas se consigue mayor cantidad de niños con desnutrición aguda. De hecho, son las zonas en las que tenemos que suministrar mayor cantidad de tratamientos, y son las zonas de más compleja penetración porque cuesta mucho llegar por el transporte. En otros proyectos es más o menos lo mismo. ¿Qué ocurre? Hay una proporción a la que no se le está prestando mayor atención, que son los niños en riesgo. Cuando llegas a la comunidad, planteas que hay un proyecto, encuentras niños en riesgo, y lo puede decir el médico de la parroquia, el médico del municipio.

-¿Qué significa estar en riesgo?

-Dependiendo de la edad el niño está a un paso de la desnutrición. Nosotros insistimos mucho en los proyectos que nos permitan atender esta población. Lo vemos en niños de todas las edades. Pero nos concentramos en niños menores de cinco años. Esas cifras pueden estar entre 20%, 25% y 30%. Un 25% de los niños que evaluamos pueden tener riesgo de desnutrición, pero como no son calificados como niños que requieren de atención inmediata, se dejan de atender; hay proyectos que sí, y hay proyectos que no. Lo mismo pasa a nivel de Estado. Son niños en riesgo, parece que están en condiciones normales pero, por ejemplo, si es un niño menor de dos años en riesgo nosotros decimos que está «a un paso de una diarrea», porque si al niño le da diarrea, o se enferma con cualquier cuadro infeccioso, ya entra en desnutrición.

Este 25% de niños menores de cinco años en riesgo, puntualiza, «puede ser mayor en la medida en que las comunidades están más aisladas». Es un estado de alerta. «Cuando pasamos de 10% entramos en una crisis; si es 15%, estamos en emergencia».

Con los niños mayores de cinco años «hay un tema de desigualdad», porque cuando el trabajo se enfoca en la emergencia ellos no entran. «¿Qué pasa cuando llegas a un hogar? Puedes conseguir un niño menos de cinco años con desnutrición, pero tiene dos hermanitos, mayores de cinco años, que tienen ‘delgadez’, según los parámetros de la OMS», describe Candela. Estos casos de «delgadez» pueden triplicar la desnutrición aguda. «Puedo tener 6% de desnutrición aguda, y debes multiplicarlo por tres. Esa es la prevalencia de desnutrición, ‘delgadez’, en niños mayores de cinco años», especifica.

El otro indicador es la talla baja para la edad, comenta Candela, «porque el niño debe tener una talla para la edad; los niños menores de dos años son los más expuestos, porque son los más vulnerables. En ellos, un retraso en talla es crítico para su desarrollo intelectual». ¿Por qué? «Porque así como crece el cuerpo va creciendo el cerebro. El niño en estas condiciones no termina de hacer su circuito, no desarrolla todas sus neuronas, no desarrolla todas sus conexiones que necesita para tener ciertas habilidades cognitivas». Lo que se ha medido hasta ahora «es alrededor de 30% de retraso en talla. Ese es el niño en riesgo, que no come bien, que se va quedando; no llega a la desnutrición aguda, pero se va sacrificando. Todos los nutrientes que debería usar para crecer los está utilizando para mantenerse. Es el niño que se va quedando pequeño. Por eso le decimos desnutrición crónica, porque no la ves».

La nutricionista confirma que en 60% de los menores de cinco años puede haber riesgo o ya retraso en talla, y en los mayores de cinco años este porcentaje sube a 65%. «Este es un indicador muy significativo para nosotros, porque la desnutrición aguda pone en riesgo de enfermedad al niño, pero eso lo recuperas; la desnutrición crónica, no. Necesitas intervenciones estructurales, de políticas públicas. Un niño con retraso en talla dentro de 10 años no será un joven productivo. En la edad escolar no va atener un rendimiento adecuado, y ahí viene el problema de la deserción; igualmente, cuando egrese de primaria o secundaria va a tener pocas probabilidades de ir a la universidad, y pocas probabilidades de insertarse en el mercado laboral. Además, enfermedades crónicas como diabetes están asociadas con talla baja. Niños con talla baja tienen predisposición a desarrollar diabetes e hipertensión, que son las enfermedades más prevalentes de las que muere nuestra población».

-¿Dónde pondría el foco en este momento?

-Obviamente, en salvar vidas. Buscar los espacios donde hay emergencia alimentaria, nutricional y de otra índole. También hay espacios en los que a lo mejor no hay emergencia, pero sí hay oportunidades de invertir en desarrollo. Primero, salvar vidas. Permitir que continúe la acción humanitaria en Venezuela. Y lo segundo es ir creando proyectos que puedan atender la emergencia y el desarrollo juntos. En otros espacios donde no es tan prevalente la desnutrición, o no hay emergencia, podemos mejorar nuestros medios de vida, los medios de vida de la población. Se necesitan políticas públicas estructurales, porque los proyectos no solucionan; son cosas puntuales, para salvar vidas, para encaminar a la población, pero necesitamos proyectos para fortalecer medios de vida. ¿Dónde poner la atención? En todas las dimensiones de la seguridad alimentaria, desde la producción, el estado nutricional. Cada una de esas dimensiones tiene sus necesidades y requiere de enfoques diferenciados, porque somos un país atípico.

Fuente de TenemosNoticias.com: contrapunto.com

Publicado el: 2024-04-03 00:18:55
En la sección: Nacional – Contrapunto.com

Publicado en Nacionales

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